jueves, 31 de julio de 2008

Política 2.0: hacia dónde se mueve la política

Política 2.0: hacia dónde se mueve la política

inaki 09-07-2008 @ 19:55

En un post anterior intenté ordenar algunas ideas sobre esto de la política 2.0. Confesaba que me sentía un auténtico espontáneo en esta plaza. Me sigo sintiendo igual. Y es que a la administración me dedico y en ella he vivido buena parte de mi tiempo. Creo que sé de qué hablo cuando hablo de administración pública, aunque evidentemente mi visión tampoco deja de ser personal y parcial. Pero es que cuando hablo de política 2.0 y de política en general, hablo simplemente de lo que leo, de lo que oigo y un poco de lo que veo. No me queda otra que reflexionar y opinar desde la humildad del profano. Pero, en fin, espero que la conversación ayude a resolver dudas y a enriquecer los criterios. De eso iba esto de la blogosfera, ¿no?

En este post voy a recopilar algunas ideas sobre hacia dónde se mueve la política, con el ánimo de imaginar cómo será algún día la política 2.0, o sea, a dónde me parece que podríamos llegar. O, tal vez, cuál sería el horizonte hacia el que avanzar, aun a sabiendas de que nunca llegaremos hasta allí.

El gobierno de las sociedades complejas

Quiénes han dedicado más tiempo a pensar en estas cosas han llegado a conclusiones como ésta:

“La política debe transitar desde la jerarquía a la heterarquía, de la autoridad directa a la conexión comunicativa, de la posición central a la composición policéntrica, de la heteronomía a la autonomía, del control unilateral a la implicación policontextual. Ha de estar en condiciones de generar el saber necesario – de ideas, instrumentos o procedimientos – para moderar una sociedad del conocimiento que opera de manera reticular y transnacional” .

Esto es, al menos, lo que afirma Daniel Innerarity en el capítulo "Gobernar una sociedad compleja" de su libro "La transformación de la política" (2002). La cosa va de interacción entre múltiples agentes, de coordinación y mediación social, de actuación cooperativa y de control descentralizado para lograr una mínima orientación común.

Me parece razonable. Las actuales sociedades complejas exigen la interacción de múltiples agentes para abordar los asuntos públicos, nadie controla todos los resortes y es necesario cooperar, de forma que la función de la política sería una especie de mediación social para facilitar que la acción de las diferentes partes redunde en beneficio del interés común.

Vale. Las cosas pueden ir en esa dirección. Sin embargo, tengo la sensación de que estamos en las antípodas de ese modelo. O, al menos, desde la política se trata de mantener el máximo control posible del sistema. Por citar los poderes clásicos del Estado (aquellos que se pretendían independientes entre sí): los partidos ocupan los parlamentos, nombran a los jueces y acaparan los niveles directivos de las administraciones públicas. Y todo ello bajo la dirección de unas cúpulas formadas por relativamente pocas personas. Eso sí, los partidos son el motor del sistema político que tenemos. Nos guste más o menos, lo cierto es que ellos son quiénes hacen funcionar el sistema.

Precisamente hoy Javier Ortiz ha dedicado su columna diaria al funcionamiento interno de los partidos políticos.

La particularización de la política

Por eso, si de transformar la política se trata, como pretende Innerarity en el título de su libro, los partidos están llamados a desempeñar un papel protagonista en ese proceso. Y sería bueno que comenzaran por su propia transformación interna. Lo cierto es que, en las actuales sociedades complejas, a la mayoría de las personas nos cuesta identificarnos plenamente con un ideario que abarca todos los aspectos de la vida (o, al menos, de la vida pública). Podemos estar más o menos de acuerdo con los diferentes partidos en unos u otros temas, y podemos sintonizar más o menos con las cabezas visibles de unos u otros partidos. Sin embargo, el modelo actual de partidos nos ofrece un menú único. Todos los platos van en el mismo lote. No hay posibilidad de elegir entre varios primeros, varios segundos y varios postres.

Por eso, cada vez más, el personal se adscribe a causas concretas limitando su compromiso al ámbito material y temporal de esas causas, estableciendo lazos débiles que en cualquier momento pueden soltarse sin necesidad de echar por tierra todos los esquemas que han sustentado nuestra vida hasta ese momento. La política como religión deja paso a otras formas de compromiso más ligado a causas concretas. Y así han surgido numerosas organizaciones ciudadanas centradas en las más diversas cuestiones, desde los derechos humanos hasta el medio ambiente, pasando por la defensa de los animales o la legalización del cannabis. Más o menos, en línea con lo que dijo Alorza en su día: "Es mejor participar que pertenecer". Se ve que hay bastante gente que piensa así.

Acudo de nuevo a Daniel Innerarity. En su libro "El nuevo espacio público" dedica un capítulo a "La crisis de la representación política". El explica así este fenómeno del que estamos hablando:

"Lo que va ganando terreno es una especie de "particularismo generalizado" de grupos que se organizan en torno a intereses específicos. Las nuevas coaliciones que han sustituido a las polarizaciones ideológicas y a las solidaridades de clase son puntuales, de tema y situación específicos, lo que viene llamándose "organizaciones de un solo problema". Sin ideologías que se hagan cargo de la sociedad como un todo, los individuos se asocian en torno a causas concretas...".

En su opinión: "En el horizonte de este proceso aparece la sociedad entendida como un conjunto de minorías y el gobierno como una organización no gubernamental que se encarga de atender directamente sus demandas". A renglón seguido Innerarity anticipa las consecuencias perversas de este proceso de particularización de la política:

"La decisión política sería la resultante automática de las presiones que se ejercen. Los políticos se limitarían a responder a las expectativas de los electores sin formular proyectos que dieran sentido a la acción colectiva más allá de las reacciones inmediatas de la opinión pública, los deseos más superficiales y de menos alcance. Una acción política sectorializada trata de ir acomodando los intereses de las clientelas particulares, en vez de acometer las grandes reformas sociales".

El descubrimiento deliberativo de los intereses

Frente a este esquema mercantilista de contraposición de intereses particulares, Innerarity propone "el descubrimiento deliberativo de los intereses" sobre la base de que el todo es más que la suma de las partes. El define la esfera pública como un espacio en el que los ciudadanos pueden convencer y ser convencidos. "Es el proceso democrático el que permite que los participantes se aclaren respecto de sí mismos y se formen una opinión acerca de aquello que está en juego". De esta forma se puede concebir la política como "un ámbito de sorpresas y aprendizaje colectivo".

El siguiente párrafo es ilustrativo de este modelo de descubrimiento deliberativo de los intereses: "En el modelo republicano de esfera pública lo que está en un primer plano no son los intereses de los sujetos ya dados de una vez por todas o visiones del mundo irremediablemente incompatibles, sino procesos comunicativos que contribuyen a formar y transformar las opiniones, intereses e identidades de los ciudadanos. El fin de tales procesos no es satisfacer intereses particulares o asegurar la coexistencia de diferentes concepciones del mundo, sino elaborar colectivamente interpretaciones comunes de la convivencia".

Esto de los procesos comunicativos no suena mal desde la perspectiva de la política 2.0. ¿No os parece?

De nuevo, parece razonable. La comunidad es más que una agregación de individuos. Y el interés común, más que la suma de los intereses particulares. Hay bienes colectivos y proyectos comunes.

La coherencia de lo común se vehícula a través del ejercicio responsable de la representación.

Orientaciones para el modelo de política 2.0

Se puede inferir de todo lo dicho y de todo lo citado que el modelo ideal sería el que supiera combinar en su justa medida los mecanismos participativos con los representativos.

Algunos rasgos concretos del modelo de política 2.0 tendrían que ver con una mayor comunicación directa entre los profesionales de la política y los ciudadanos, el empoderamiento de los profesionales de la política frente a los "aparatos", aumentando la democracia interna en los partidos políticos, la democratización de los procesos electorales: listas abiertas (elección de personas concretas) y programas abiertos (elección de propuestas concretas), la participación directa de la "sociedad civil" en los procesos deliberativos y decisorios, y el aumento de la transparencia y el control democrático de todos los poderes del Estado (legislativo, ejecutivo y judicial).

Completar esta lista de los rasgos del modelo de política 2.0 sería un buen ejercicio blogosférico.

En todo caso, no creo que nadie tenga el modelo perfecto de política 2.0. Mejor lo descubrimos con la experiencia. Para eso tenemos una cita el 13 de septiembre, ¿no?

http://eadminblog.net/post/2008/07/09/politica-20-hacia-donde-se-mueve-la-politica

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